20 de febrero de 2010. Cubadebate.- Abduljakim Izmáilo, uno de los soldados que izaron la bandera roja con la hoz y el martillo sobre el edificio del Reichstag en Berlín en mayo de 1945, murió a los 93 años en la república norcaucásica rusa de Daguestán, informó un portavoz de la administración local.
“El pueblo de Jasaviurt llora la muerte de este hijo honorífico de Daguestán”, dijo el portavoz a la agencia RIA-Nóvosti.
Abduljakim Izmáilov, que nació el 1 de julio de 1916 en la aldea de Chagorotar, en el distrito daguestaní de Jasaviurt, combatió tras el inicio de la Gran Guerra Patria, como denominan los rusos el periodo de la II Guerra Mundial entre 1941 y 1945, en el frente de Ucrania en las filas de la 82 división de fusileros, precisó.
Ismáilov, que posteriormente sirvió también en la 83 compañía de reconocimiento, resultó herido tres veces durante la guerra: en 1943 y 1944 en el pecho, en 1945, en la pierna, agregó.
Fue condecorado con las órdenes de la Guerra Patria de primer grado, de la Gloria de tercer grado y de la Bandera Roja, con las medallas “Al valor”, “Por la liberación de Varsovia” y “Por la toma de Berlín” y en 1996 le fue conferido el título de “Héroe de Rusia”.
Ismáilov aparece junto con otros soldados en una instantánea captada en el tejado del Reichstag, tomada por el reportero gráfico Yevgueni Jaldéi.
Esta foto pasó a la historia como la imagen símbolo de la victoria sobre la Alemania nazi.
LA HISTORIA DE LA FOTO
Ismailov era el tercer protagonista y el último vivo, de la célebre instantánea con la que el fotógrafo Jaldei inmortalizó la toma de Berlín por el ejército soviético, el 1 de mayo de 1945.
El primero fue el propio Jaldei, el autor de la foto en la que los soldados soviéticos aparecen enarbolando la bandera de la URSS sobre el Reichstag de Berlín. Jaldei, un judío de Donetsk, falleció en 1997. El segundo fue el soldado ucraniano Aleksei Kovoliov, fallecido aquel mismo año, que es quien sostiene la bandera. Ismailov es el que aparece con gorra de plato, aguantando a Kovoliov para que no pierda el equilibrio.
Cuando la foto se hizo, un día lluvioso y tras una ascensión complicada por un edificio arruinado y resbaladizo por los charcos de lluvia y sangre que había por doquier, ninguno de los tres podía sospechar la relevancia de aquello.
La foto dio la vuelta al mundo e ilustró el segundo tomo de la enciclopedia soviética de fotografía, pero ellos no se convirtieron en leyenda hasta mucho más tarde. Cinco años antes de su muerte, Jaldei me explicó en su destartalado piso de Moscú que en 1985 se había encontrado con Kovoliov, quien le confesó su drama de héroe anónimo. “Cuando explico que yo soy el que sostiene la bandera soviética sobre el Reichstag, noto un escepticismo socarrón alrededor”, le dijo el ucraniano. Nadie se lo creía. Al parecer tuvo que esperar a 1996 para ser reconocido y celebrado como uno de los tres.
En realidad ninguno de ellos fue más héroe que el anónimo “soldado Iván”, genuino vencedor de la guerra, que se decidió en el Este. Allí lo que tuvo lugar fue un pulso a vida o muerte. Las ciudades y los pueblos eran destruidos. Murieron uno de cada cuatro habitantes de Bielorrusia, uno de cada tres de Leningrado, Pskov y Smolensk. En total más de 27 millones de soviéticos.
El Tercer Reich perdió en el frente del Este 10 millones de soldados y oficiales muertos, heridos y desaparecidos, 48.000 blindados y vehículos de asalto, 167.000 sistemas de artillería. 607 divisiones fueron destruidas. Todo ello representa el 75% de las pérdidas totales alemanas en la Segunda Guerra Mundial.
Para hacerse una idea, en las playas de Normandía, recordadas en Occidente como cenit de la gloria aliada en el frente del Oeste, se registraron 10 000 muertos aliados, 4.300 de ellos británicos y canadienses y 6.000 norteamericanos. En las grandes batallas del Este, los muertos se contaban en centenares de miles. En la batalla de Moscú participaron unos tres millones de soldados y 2 000 tanques. La URSS utilizó allí la mitad de su ejército, Alemania una tercera parte. Ismaílov fue uno de esos Ivanes, aunque menos anónimo.
“El pueblo de Jasaviurt llora la muerte de este hijo honorífico de Daguestán”, dijo el portavoz a la agencia RIA-Nóvosti.
Abduljakim Izmáilov, que nació el 1 de julio de 1916 en la aldea de Chagorotar, en el distrito daguestaní de Jasaviurt, combatió tras el inicio de la Gran Guerra Patria, como denominan los rusos el periodo de la II Guerra Mundial entre 1941 y 1945, en el frente de Ucrania en las filas de la 82 división de fusileros, precisó.
Ismáilov, que posteriormente sirvió también en la 83 compañía de reconocimiento, resultó herido tres veces durante la guerra: en 1943 y 1944 en el pecho, en 1945, en la pierna, agregó.
Fue condecorado con las órdenes de la Guerra Patria de primer grado, de la Gloria de tercer grado y de la Bandera Roja, con las medallas “Al valor”, “Por la liberación de Varsovia” y “Por la toma de Berlín” y en 1996 le fue conferido el título de “Héroe de Rusia”.
Ismáilov aparece junto con otros soldados en una instantánea captada en el tejado del Reichstag, tomada por el reportero gráfico Yevgueni Jaldéi.
Esta foto pasó a la historia como la imagen símbolo de la victoria sobre la Alemania nazi.
LA HISTORIA DE LA FOTO
Ismailov era el tercer protagonista y el último vivo, de la célebre instantánea con la que el fotógrafo Jaldei inmortalizó la toma de Berlín por el ejército soviético, el 1 de mayo de 1945.
El primero fue el propio Jaldei, el autor de la foto en la que los soldados soviéticos aparecen enarbolando la bandera de la URSS sobre el Reichstag de Berlín. Jaldei, un judío de Donetsk, falleció en 1997. El segundo fue el soldado ucraniano Aleksei Kovoliov, fallecido aquel mismo año, que es quien sostiene la bandera. Ismailov es el que aparece con gorra de plato, aguantando a Kovoliov para que no pierda el equilibrio.
Cuando la foto se hizo, un día lluvioso y tras una ascensión complicada por un edificio arruinado y resbaladizo por los charcos de lluvia y sangre que había por doquier, ninguno de los tres podía sospechar la relevancia de aquello.
La foto dio la vuelta al mundo e ilustró el segundo tomo de la enciclopedia soviética de fotografía, pero ellos no se convirtieron en leyenda hasta mucho más tarde. Cinco años antes de su muerte, Jaldei me explicó en su destartalado piso de Moscú que en 1985 se había encontrado con Kovoliov, quien le confesó su drama de héroe anónimo. “Cuando explico que yo soy el que sostiene la bandera soviética sobre el Reichstag, noto un escepticismo socarrón alrededor”, le dijo el ucraniano. Nadie se lo creía. Al parecer tuvo que esperar a 1996 para ser reconocido y celebrado como uno de los tres.
En realidad ninguno de ellos fue más héroe que el anónimo “soldado Iván”, genuino vencedor de la guerra, que se decidió en el Este. Allí lo que tuvo lugar fue un pulso a vida o muerte. Las ciudades y los pueblos eran destruidos. Murieron uno de cada cuatro habitantes de Bielorrusia, uno de cada tres de Leningrado, Pskov y Smolensk. En total más de 27 millones de soviéticos.
El Tercer Reich perdió en el frente del Este 10 millones de soldados y oficiales muertos, heridos y desaparecidos, 48.000 blindados y vehículos de asalto, 167.000 sistemas de artillería. 607 divisiones fueron destruidas. Todo ello representa el 75% de las pérdidas totales alemanas en la Segunda Guerra Mundial.
Para hacerse una idea, en las playas de Normandía, recordadas en Occidente como cenit de la gloria aliada en el frente del Oeste, se registraron 10 000 muertos aliados, 4.300 de ellos británicos y canadienses y 6.000 norteamericanos. En las grandes batallas del Este, los muertos se contaban en centenares de miles. En la batalla de Moscú participaron unos tres millones de soldados y 2 000 tanques. La URSS utilizó allí la mitad de su ejército, Alemania una tercera parte. Ismaílov fue uno de esos Ivanes, aunque menos anónimo.
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