05 de abril de 2010. AG.- El piloto-leyenda de la aviación soviética. Realizó 336 misiones de combate, enfrentándose al enemigo en 126 ocasiones, y personalmente derribó 62 aviones. Fue el piloto de caza con mejores resultados de la Fuerza Aérea de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Tal fue el legado de Ivan Kozhedub en la Segunda Guerra Mundial. Hasta nuestros días en las escuelas y academias de aviación siguen estudiando la trayectoria combativa de este célebre piloto.
Ivan Nikitovich Kozhedub, nacido en Ucrania en una familia campesina, fue el hermano menor de cinco hijos. La infancia del futuro mariscal de la Fueza Aérea de la URSS coincidió con los años de hambre y de trabajo. De todos los juguetes, Ivan se podía permitir solo uno zancos, una pelota rellena de trapos y un par de esquís. Además, no tenía mucho tiempo para jugar, desde muy joven se vio obligado a trabajar para ayudar a su familia.
De niño soñaba con aprender a tocar la trompeta, pero al final ingresó a una escuela químico-tecnológica. Allí mismo, sin abandonar los estudios, empezó a estudiar en el club aéreo local. Aquella época quedó claramente marcada por el enorme interés de la juventud hacia la aviación, afición enormemente estimulada por los dirigentes del país; uno de los eslóganes del período fue: “¡Los miembros del komsomol: a los aviones!”. En la década de 1930 todo el mundo estaba entusiasmado por los vuelos de Valeri Chkalov, de varias horas y sin escalas, desde Moscú a la Península de Kamchatka y de allí a Vancouver a través del Polo Norte. Este hombre fue el ejemplo a seguir para el todavía escolar Kozhedub. Leía mucho sobre él, vio películas, pasaba horas con un mapa marcando las rutas de sus vuelos.
En 1938 Kozhedub terminó los estudios en el club aéreo. Justo este año los japoneses iniciaron una ofensiva contra la frontera del país en la región del Lejano Oriente. Este conflicto convenció al joven para obtener una profesión más, una que le ayudara a defender a su país.
A comienzos de 1940 Ivan fue llamado a las oficinas de reclutamiento y de allí le enviaron para estudiar en una escuela militar especializada en la preparación de pilotos de cazas. Fue ese el preciso momento en que comenzó su carrera militar a partir de ser un piloto aficionado. Se entrenó y voló mucho, perfilándose ya su maestría en el pilotaje. “Si hubiera sido posible me parece que nunca jamás habría salido del avión. El entrenamiento en técnicas de pilotaje, el perfeccionamiento en las figuras del pilotaje avanzado, me llenaban de una incomparable felicidad”, recordaría varios años después el general Kozhedub.
Al inicio de la guerra ya era un teniente y servía de instructor en una escuela militar. Todos los fines de la semana los dedicaba a su perfeccionamiento autodidacta como piloto de caza, estudiando problemas tácticos, resumiendo descripciones de combates aéreos, esbozando esquemas…
Junto con su escuela fue enviado a Asia Central. Varias veces solicitó su envío al frente, siendo finalmente aceptada su petición en noviembre de 1942. Kozhedub fue enviado a un regimiento todavía en formación, con base en la ciudad de Ivánovo, donde debió aprender a manejar al nuevo avión Lavochkin La-5. A propósito, el fuselaje del nuevo aparato que recibió estando en el frente llevaba la inscripción de fábrica “Valeri Chkalov”. En adelante esta frase se convirtió en el lema para el joven piloto, recordándole que debía pelear como Chkalov.
En marzo de 1943 Kozhedub fue enviado al ejército activo. Su primer combate por poco no se convirtió en el último. El avión de Ivan fue impactado por un caza alemán y después, por error, por baterías antiaéreas soviéticas; su avión era imposible de ser reparado. Kozhedub derribó su primer avión enemigo el 6 de julio de 1943, durante los sangrientos combates de la batalla de Kursk. En días posteriores, las víctimas del piloto fueron otros dos cazas y dos bombarderos alemanes. En seis meses seguidos Ivan realizó 146 misiones y echó a tierra 20 aviones enemigos, por esto, el 4 de febrero de 1944 se le otorgó su primer título y la medalla de Héroe de la Unión Soviética (HUS). Durante el resto de la guerra Kozhedub pilotó el La-5 y el La-7 y sus hazañas fueron ampliamente difundidas entre el pueblo soviético que le adoraba. El público llegó a reconocer su rostro a través de grandes carteles dispuestos en zonas públicas, alentando a la gente a “combatir como Kozhedub”. Así, el piloto se igualó en fama al legendario Chkalov, quien murió en vísperas de la guerra durante las pruebas del nuevo avión de Polikarpov, el I-180.
A medida que el piloto elevaba su maestría y adquiría experiencia, le ascendían en grados militares y en cargos. Al final de la guerra era mayor y segundo jefe de un regimiento de cazas, varias veces condecorado.
Aparte de sus victorias contra aviones con motores de embolo, Ivan Kozhedub fue de los pocos pilotos del mundo que pudo derribar en combate a un Me-262, caza bimotor de reacción, con características muy superiores al de los aparatos de que disponían los aliados.
Muy exigente y riguroso con sí mismo, feroz e incansable en el combate, Kozhedub fue el combatiente aéreo ideal, cumplidor y con iniciativa, atrevido y calculador, valiente y hábil, un verdadero caballero sin miedos ni falencias. “Una maniobra precisa, un fuerte ataque aturdidor y golpear a la mínima distancia posible”, así Kozhedub definió la esencia del combate aéreo.
Combatiente nato, vivía del combate, anhelaba el combate. Bastaría con recordar un episodio contado por otro gran as soviético del mismo regimiento, Kirill Evstigneev: “Una vez Ivan Kozhedub regresó de cumplir una misión, todavía excitado y quizá debido por ello bastante locuaz, poco característico para él:
– ¡Vaya paliza que nos han dado! Seguro que fueron los “lobos” de la escuadra Udet. ¡Pero les hemos medido las costillas, ya verán! – Al hacer un gesto hacia al puesto de mando, preguntó con esperanza al ayudante del escuadrón: “¿Qué noticias traen? ¿Tendrán algo más para nosotros?”
Desde los primeros días de la guerra Kozhedub nunca se separaba de su libreta de notas; la llevó consigo el resto de vida. La primera hoja de sus notas tenía extractos La ciencia de vencer de Alexandr Suvorov. Entre las últimas hojas reposaba una flor seca, una especie de talismán. En la misma libreta Ivan llevaba su registro personal de victorias, anotando la fecha, tiempo de combate y marca del avión derribado. En total contiene 62 anotaciones con el resumen de los resultados.
Terminada la guerra, no significó el fin de la carrera militar y profesional del piloto “gracias a Dios”. Comenzó a pilotear cazas de reacción en 1948 y en abril de 1951 ya encabezaba la división de cazas MiG que luchó contra la Fuerza Aérea estadounidense durante la guerra de Corea, a pesar de que tenía prohibido por los altos mandos militares el participar personalmente en misiones.
Llegó a ser Coronel-General de Aviación en 1974, siendo ascendido a Mariscal del Aire el 7 de Agosto de 1985.
El mariscal de la Fuerza Aérea soviética, Ivan Nikitovich Kozhedub, falleció en agosto de 1991 a la edad de 71 años.
Ivan Nikitovich Kozhedub, nacido en Ucrania en una familia campesina, fue el hermano menor de cinco hijos. La infancia del futuro mariscal de la Fueza Aérea de la URSS coincidió con los años de hambre y de trabajo. De todos los juguetes, Ivan se podía permitir solo uno zancos, una pelota rellena de trapos y un par de esquís. Además, no tenía mucho tiempo para jugar, desde muy joven se vio obligado a trabajar para ayudar a su familia.
De niño soñaba con aprender a tocar la trompeta, pero al final ingresó a una escuela químico-tecnológica. Allí mismo, sin abandonar los estudios, empezó a estudiar en el club aéreo local. Aquella época quedó claramente marcada por el enorme interés de la juventud hacia la aviación, afición enormemente estimulada por los dirigentes del país; uno de los eslóganes del período fue: “¡Los miembros del komsomol: a los aviones!”. En la década de 1930 todo el mundo estaba entusiasmado por los vuelos de Valeri Chkalov, de varias horas y sin escalas, desde Moscú a la Península de Kamchatka y de allí a Vancouver a través del Polo Norte. Este hombre fue el ejemplo a seguir para el todavía escolar Kozhedub. Leía mucho sobre él, vio películas, pasaba horas con un mapa marcando las rutas de sus vuelos.
En 1938 Kozhedub terminó los estudios en el club aéreo. Justo este año los japoneses iniciaron una ofensiva contra la frontera del país en la región del Lejano Oriente. Este conflicto convenció al joven para obtener una profesión más, una que le ayudara a defender a su país.
A comienzos de 1940 Ivan fue llamado a las oficinas de reclutamiento y de allí le enviaron para estudiar en una escuela militar especializada en la preparación de pilotos de cazas. Fue ese el preciso momento en que comenzó su carrera militar a partir de ser un piloto aficionado. Se entrenó y voló mucho, perfilándose ya su maestría en el pilotaje. “Si hubiera sido posible me parece que nunca jamás habría salido del avión. El entrenamiento en técnicas de pilotaje, el perfeccionamiento en las figuras del pilotaje avanzado, me llenaban de una incomparable felicidad”, recordaría varios años después el general Kozhedub.
Al inicio de la guerra ya era un teniente y servía de instructor en una escuela militar. Todos los fines de la semana los dedicaba a su perfeccionamiento autodidacta como piloto de caza, estudiando problemas tácticos, resumiendo descripciones de combates aéreos, esbozando esquemas…
Junto con su escuela fue enviado a Asia Central. Varias veces solicitó su envío al frente, siendo finalmente aceptada su petición en noviembre de 1942. Kozhedub fue enviado a un regimiento todavía en formación, con base en la ciudad de Ivánovo, donde debió aprender a manejar al nuevo avión Lavochkin La-5. A propósito, el fuselaje del nuevo aparato que recibió estando en el frente llevaba la inscripción de fábrica “Valeri Chkalov”. En adelante esta frase se convirtió en el lema para el joven piloto, recordándole que debía pelear como Chkalov.
En marzo de 1943 Kozhedub fue enviado al ejército activo. Su primer combate por poco no se convirtió en el último. El avión de Ivan fue impactado por un caza alemán y después, por error, por baterías antiaéreas soviéticas; su avión era imposible de ser reparado. Kozhedub derribó su primer avión enemigo el 6 de julio de 1943, durante los sangrientos combates de la batalla de Kursk. En días posteriores, las víctimas del piloto fueron otros dos cazas y dos bombarderos alemanes. En seis meses seguidos Ivan realizó 146 misiones y echó a tierra 20 aviones enemigos, por esto, el 4 de febrero de 1944 se le otorgó su primer título y la medalla de Héroe de la Unión Soviética (HUS). Durante el resto de la guerra Kozhedub pilotó el La-5 y el La-7 y sus hazañas fueron ampliamente difundidas entre el pueblo soviético que le adoraba. El público llegó a reconocer su rostro a través de grandes carteles dispuestos en zonas públicas, alentando a la gente a “combatir como Kozhedub”. Así, el piloto se igualó en fama al legendario Chkalov, quien murió en vísperas de la guerra durante las pruebas del nuevo avión de Polikarpov, el I-180.
A medida que el piloto elevaba su maestría y adquiría experiencia, le ascendían en grados militares y en cargos. Al final de la guerra era mayor y segundo jefe de un regimiento de cazas, varias veces condecorado.
Aparte de sus victorias contra aviones con motores de embolo, Ivan Kozhedub fue de los pocos pilotos del mundo que pudo derribar en combate a un Me-262, caza bimotor de reacción, con características muy superiores al de los aparatos de que disponían los aliados.
Muy exigente y riguroso con sí mismo, feroz e incansable en el combate, Kozhedub fue el combatiente aéreo ideal, cumplidor y con iniciativa, atrevido y calculador, valiente y hábil, un verdadero caballero sin miedos ni falencias. “Una maniobra precisa, un fuerte ataque aturdidor y golpear a la mínima distancia posible”, así Kozhedub definió la esencia del combate aéreo.
Combatiente nato, vivía del combate, anhelaba el combate. Bastaría con recordar un episodio contado por otro gran as soviético del mismo regimiento, Kirill Evstigneev: “Una vez Ivan Kozhedub regresó de cumplir una misión, todavía excitado y quizá debido por ello bastante locuaz, poco característico para él:
– ¡Vaya paliza que nos han dado! Seguro que fueron los “lobos” de la escuadra Udet. ¡Pero les hemos medido las costillas, ya verán! – Al hacer un gesto hacia al puesto de mando, preguntó con esperanza al ayudante del escuadrón: “¿Qué noticias traen? ¿Tendrán algo más para nosotros?”
Desde los primeros días de la guerra Kozhedub nunca se separaba de su libreta de notas; la llevó consigo el resto de vida. La primera hoja de sus notas tenía extractos La ciencia de vencer de Alexandr Suvorov. Entre las últimas hojas reposaba una flor seca, una especie de talismán. En la misma libreta Ivan llevaba su registro personal de victorias, anotando la fecha, tiempo de combate y marca del avión derribado. En total contiene 62 anotaciones con el resumen de los resultados.
Terminada la guerra, no significó el fin de la carrera militar y profesional del piloto “gracias a Dios”. Comenzó a pilotear cazas de reacción en 1948 y en abril de 1951 ya encabezaba la división de cazas MiG que luchó contra la Fuerza Aérea estadounidense durante la guerra de Corea, a pesar de que tenía prohibido por los altos mandos militares el participar personalmente en misiones.
Llegó a ser Coronel-General de Aviación en 1974, siendo ascendido a Mariscal del Aire el 7 de Agosto de 1985.
El mariscal de la Fuerza Aérea soviética, Ivan Nikitovich Kozhedub, falleció en agosto de 1991 a la edad de 71 años.
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