05 de mayo de 2010. CCS-Apr.- El rostro que ilustra este trabajo no es desconocido; lo vemos en fotos, en murales, en pancartas, en actos políticos. Su nombre ha sido y es mencionado en innumerables textos. Su concepción sobre el socialismo científico ha sido guía de casi todas las luchas emancipatorias desarrolladas desde fines del siglo XIX hasta nuestros días. Por su acción y sus ideas, Carlos Marx es ejemplo de la lucha de los pueblos del mundo por una sociedad más democrática, justa y libre: la sociedad comunista.
Carlos Marx nació en la ciudad alemana de Tréveris, el 5 de mayo de 1818. Fue el tercero de siete hijos de una familia judía de “clase media” integrada por Henrietta Pressburg y Herschel Mordechai Marx. Su padre, descendiente de rabinos, trabajaba como abogado para el gobierno de su ciudad; debido a la presión del gobierno prusiano, debió convertirse al protestantismo para poder conservar su empleo.
COMIENZA SU FORMACIÓN POLÍTICA
El joven Marx comenzó a estudiar Derecho, como su padre, pero finalmente abandonó esa carrera para irse a estudiar Filosofía en la ciudad de Berlín, culminando sus estudios en 1841. A partir de sus trabajos críticos sobre la realidad social, en 1842 se incorpora a la redacción del periódico La Gaceta Renana de la que llegó a ser su jefe de redacción. Dos años más tarde, en 1844, la revista es clausurada y debe marchar al exilio.
SU AMISTAD CON ENGELS
Tenía 26 años cuando llega a París. Rápidamente se integra a la vida intelectual y a la lucha política. Funda y dirige la revista Anales franco-alemanes, debido a que es clausurada por presiones del gobierno prusiano; traba amistad con Federico Engels, quien sería su amigo, compañero de trabajo y lucha, y también quien lo apoya económicamente. Para esa época, también conoce a Mijahil Bakunin, Louis Blanc y Pierre-Joseph Proudhon. De esta época datan sus manuscritos económicos y filosóficos. Sus artículos políticos, fuertemente críticos, acrecientan su fama de revolucionario, por lo que finalmente es expulsado de Francia.
Tras su llegada a Bélgica, funda una organización política revolucionaria, la “Liga de los comunistas”. Marx se declara “apátrida, ateo y comunista”. En 1848, y a raíz de una revuelta popular triunfante en Francia escribe, junto a Engels el Manifiesto comunista, considerado el primer instrumento de agitación y propaganda basado en el socialismo científico. Luego se traslada a la ciudad alemana de Colonia donde funda el diario Nueva Gaceta Renana. Debido a su inmediato éxito, la publicación es prohibida por el gobierno y Marx parte a un nuevo exilio lo lleva Gran Bretaña.
EL CAPITAL
En esa época, Carlos Marx comienza a trabajar en su obra fundamental El Capital, cuyo primer volumen es publicado en Londres en 1867.
Participa en la fundación y organización de la Primera Internacional (1864-1872) y apoya en la elaboración de sus estatutos y otros documentos, participando activamente en las discusiones.
EL LEGADO
Tras la derrota de la Comuna de París de 1871, que significó un duro golpe para la Internacional, se retira de la lucha política para dedicarse de lleno a la escritura. Carlos Marx fallece en Londres, el 14 de marzo de 1883.
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Aportes para el conocimiento de la historia de la humanidad
EL COMUNISMO PRIMITIVO
Marx se remontó a los orígenes de la historia humana y se encontró con una sociedad a la que denominó “comunismo primitivo”, en las que mujeres y hombres trabajaban para cubrir sus necesidades, compartían las herramientas, tomaban sus decisiones de común acuerdo y el Estado no era necesario.
CLASES SOCIALES Y ESTADO
Con la organización social y el desarrollo tecnológico, el trabajo comienza a producir excedentes (plusvalía), que en un primer momento sirven para producir mejoras en la comunidad. Pero quienes tienen suerte en la cacería, los que más producen, o los más fuertes, más poseen. Surge así la lucha por defender las posesiones o para apropiarse del trabajo ajeno; son las clases sociales en pugna. Se hace necesario entonces un poder que dirima las diferencias. Nace el Estado y sus mecanismos de dominación.
ESCLAVOS Y SIERVOS
De las entrañas de la vieja sociedad nace una nueva. Ya no es de hombres libres;hay amos y esclavos. Pero la sociedad esclavista no resuelve el desarrollo económico y se hace necesario un cambio en el modo en que los humanos se organizan para producir. Mantener esclavos es costoso. Hay que darles la libertad, pero no la posibilidad material de ser libres. Es la sociedad feudal, hay amos y siervos.
NACE EL CAPITALISMO
La producción es predominantemente agropecuaria. Hay fortalezas para proteger las propiedades, pero hacen falta otras cosas: mercaderes, artesanos, financistas. Es una nueva clase social que aparece en el interior y exterior de las ciudades: la burguesía. Pero, sólo el trabajo produce riqueza. Nace una nueva clase: el proletariado. El crecimento de la burguesía requiere un nuevo Estado. Cae el poder de las monarquías y nace la República.
SOCIALISMO Y COMUNISMO
El capitalismo genera caos productivo y descomposición social. Urge una revolución. La protagonizan los explotados y oprimidos. Es la Revolución socialista.El poder es de las mayorías. La producción se debe planificar, para lo cual se deben socializar los medios de producción. Es el momento de la mayor democracia. Los explotados ahora dominan la sociedad, hasta que la lucha de clases deje de existir y no sea necesario un Estado opresor. Es la sociedad del futuro, la sociedad comunista.
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Chávez y el marxismo
“Por primera vez asumo el marxismo, como asumo el cristianismo y bolivarianismo. Asumo el marxismo, asumo el bolivarianismo, el martianismo, el sandinismo, el sucrismo y mirandismo. Pero el marxismo es sin duda la teoría más avanzada en la interpretación de la historia, de la realidad concreta de los pueblos”, señaló el presidente Hugo Chávez durante la entrega anual de su discurso ante la Asamblea Nacional, el 14 de marzo de este año.
Previamente, el 16 de mayo de 2004, el presidente Chávez había declarado que “la revolución entraba en su fase antiimperialista…” , y meses más tarde, durante la Cumbre de los Pueblos realizada en la ciudad de Mar del Plata, Argentina, reivindica el carácter socialista de la revolución bolivariana.
Bolívar, Marx y los marxistas latinoamericanos
Al escribir Carlos Marx su ensayo biográfico sobre Simón Bolívar para la New American Cyclopedia, aparecida en 1858, volcó una visión que contradice todo lo que se conoce del Libertador, sus campañas militares y sus verdaderos propósitos políticos, una vez que se lograse la completa emancipación del territorio americano respecto al decadente imperio español. Un mes después de publicada esta enciclopedia, Marx le confesaría a su camarada Federico Engels que “en lo que toca al estilo prejuiciado, ciertamente me he salido algo del tono enciclopédico, pero hubiera sido pasarse de la raya querer presentar como Napoleón I al canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque” (dictador haitiano que cometió desmanes en contra de su propio pueblo). Según tal apreciación, Bolívar resultaría ser un dictadorzuelo oportunista y demagogo que tuvo algunos golpes de suerte en medio del escenario de ignorancias, miseria y rivalidades durante la guerra independentista que lo erigieron en lo que conocemos de él hoy en día. Tanto así que Marx llega a calificarlo de “Napoleón de las retiradas” y recuerda el capítulo oscuro de la detención del Generalísimo Francisco de Miranda por parte del Libertador y otros oficiales patriotas, lo que hizo del Precursor un prisionero de por vida en manos de España.
Semejantes comentarios representaron un trago amargo y difícil de explicar para los marxistas latinoamericanos y, peor todavía, para los marxistas venezolanos. Según lo reseña Inés Quintero en su ensayo “Bolívar de izquierda. Bolívar de derecha”, esto “les dificultaba apropiarse limpiamente de un personaje sobre el cual su principal ideólogo había hecho juicios tan severos y contundentes, enajenándoles cualquier posibilidad de incorporarlo al panteón de verdaderos revolucionarios. Incluso, para complicar aún más el asunto, había algunos latinoamericanos marxistas que secundaban fielmente las opiniones de Marx”. Quienes reivindicaban a Bolívar, argumentaron que el camarada Marx simplemente se había equivocado, sobre todo, al confiar en lo escrito por enemigos declarados del Libertador, como el alemán Ducoudray Holstein, quien escribiera en 1829 un libro sobre su participación en la gesta independentista.
Gilberto Viera, Secretario General del Partido Comunista de Colombia, a finales de los años 30 del siglo pasado, publicó un tratado en el cual ubicó a Simón Bolívar en su condición de revolucionario al llevar adelante la Independencia y destruir los cimientos coloniales en nuestra América. En igual dirección se pronunciaría Carlos Irazábal con su obra “Hacia la democracia”, el primer análisis marxista de la historia venezolana, resaltando el apego bolivariano por la democracia sin eludir su propuesta de disponer de un Poder Ejecutivo fuerte, centralista y vitalicio, dadas las circunstancias difíciles que rodearon el nacimiento de las nuevas repúblicas. En esa onda reivindicadora se anotaron el cubano Julio Antonio Mella, en 1923, y el peruano José Carlos Mariátegui. Otro tanto haría la guerrilla venezolana de las décadas de los 60 y de los 70 al plantearse, con Douglas Bravo y Pedro Duno, la tesis de un marxismo-leninismo-bolivarianismo, con lo que Bolívar pasaba a tutelar la lucha por la liberación nacional y el socialismo en Venezuela, lo que, posteriormente, serviría de base para las insurgencias cívico-militares de 1992. Asimismo, Francisco Pividal, autor de “Bolívar: Pensamiento precursor del antiimperialismo”, determina con Bolívar el inicio de la lucha latinoamericana y caribeña contra el imperialismo yanqui.
Con todos estos esfuerzos valorativos de la personalidad y legado bolivarianos quedaba superado el equívoco ensayístico de Carlos Marx. Aunque éste se dejara llevar por su animadversión hacia El Libertador, producto de su radicalismo revolucionario respecto a la lucha de clases, viendo en Bolívar a un aristócrata ávido de fama y de poder, lo cierto es que esto no disminuye su estatura intelectual a favor de la humanidad oprimida. No obstante el criterio sesgado de Marx es indudable que Simón Bolívar simboliza –en la opinión y el sentimiento integracionista de una inmensa legión de luchadores revolucionarios, incluidos, por supuesto, los marxistas, que lo rescataran de las garras de la derecha conservadora– la manifestación más relevante de las luchas populares continentales, con sus errores y sus aciertos, tomando en cuenta, fundamentalmente, la creatividad con que supo enfrentar su circunstancia histórica, cuestión que Carlos Marx, a pesar de su sapiencia, no supo asimilar en su momento.
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