10 de mayo de 2010. AG.- Durante el Día de la Victoria sobre el fascismo alemán, en muchas ciudades rusas se podrá disfrutar del sabor de la comida que consumieron los soldados durante la Gran Guerra Patria (1941–1945). Las famosas cocinas de campaña ofrecerán los típicos platos soldadescos a miles de ciudadanos rusos.
Las cocinas de campaña aparecieron en el Ejército ruso a finales del siglo XIX y luego fueron usadas activamente durante la Primera Guerra Mundial. Estas cocinas, instaladas en vehículos especiales, permitieron ofrecer a los militares comida caliente durante las largas marchas y pronto se convirtieron en un componente imprescindible en la vida de los soldados.
Durante la Gran Guerra Patria la mayor parte de los alimentos producidos en la URSS se destinó a las zonas de combate para abastecer a los soldados del Ejército Rojo, a veces a costa de la población civil, que sufría la escasez constante de alimentos. Aunque la ración de los soldados no era muy diversa, sí que resultaba bastante nutritiva.
Cabe mencionar que la hora de la comida no era sólo un momento para saciar el hambre de los soldados. Eran los raros minutos de reposo en los que los combatientes podían disfrutar de comida caliente, charlar con sus compañeros y escapar por unos minutos de la cruel realidad de la guerra.
Las cocinas de campaña eran el verdadero centro de la vida en el frente, ya que a menudo alimentaron no sólo a los militares, sino también a los ciudadanos civiles, que por las condiciones de la guerra con frecuencia sufrían no ya una gran escasez de alimentos, sino una verdadera hambruna. El buen trabajo de los cocineros militares fue muy apreciado por los soldados y por el mando del Ejército y desde 1943 fue premiado con condecoraciones militares.
Entre los platos más frecuentes de las cocinas de campaña cabe destacar la papilla de alforfón con estofado, la patata rehogada y las sopas tradicionales rusas, Borsh y Shi. Todos estos platos eran fáciles y rápidos de preparar y al mismo tiempo bastante sabrosos y apreciados por los soldados.
Además, los combatientes en primera línea del frente recibían diariamente 100 mililitros de vodka, llamados “100 gramos combativos”. El decreto que permitió a los soldados tomar esa cantidad de alcohol fue firmado por Iósif Stalin en agosto de 1941. Con frecuencia esa porción del alcohol se ofrecía a los militares después del combate, en vísperas del ataque y durante las fiestas oficiales. La comida que lo acompañaba era variada (los rusos siempre acompañan el alcohol con comida, lo que constituye uno de sus secretos nacionales para consumir vodka sin emborracharse rápidamente), pero la preferida era la que los soldados llamaban "la entrada de los zares": grasa porcina cruda salada de una manera especial con pan negro de centeno y cebolla. Si usted lo hubiera probado después de los "100 gramos", le entusiasmaría sin duda alguna.
Las autoridades de Rusia han mantenido la tradición de las cocinas de campaña desde hace muchos años. Cada año, en el Día de la Victoria en muchos parques, plazas y calles de las ciudades rusas se puede probar la “clásica” comida del período de guerra y tomar los “100 gramos combativos“. Esta tradición continuará durante la celebración del 65 aniversario de la Victoria, cuando por todo el territorio del país se abrirán miles de cocinas de campaña.
Las cocinas de campaña aparecieron en el Ejército ruso a finales del siglo XIX y luego fueron usadas activamente durante la Primera Guerra Mundial. Estas cocinas, instaladas en vehículos especiales, permitieron ofrecer a los militares comida caliente durante las largas marchas y pronto se convirtieron en un componente imprescindible en la vida de los soldados.
Durante la Gran Guerra Patria la mayor parte de los alimentos producidos en la URSS se destinó a las zonas de combate para abastecer a los soldados del Ejército Rojo, a veces a costa de la población civil, que sufría la escasez constante de alimentos. Aunque la ración de los soldados no era muy diversa, sí que resultaba bastante nutritiva.
Cabe mencionar que la hora de la comida no era sólo un momento para saciar el hambre de los soldados. Eran los raros minutos de reposo en los que los combatientes podían disfrutar de comida caliente, charlar con sus compañeros y escapar por unos minutos de la cruel realidad de la guerra.
Las cocinas de campaña eran el verdadero centro de la vida en el frente, ya que a menudo alimentaron no sólo a los militares, sino también a los ciudadanos civiles, que por las condiciones de la guerra con frecuencia sufrían no ya una gran escasez de alimentos, sino una verdadera hambruna. El buen trabajo de los cocineros militares fue muy apreciado por los soldados y por el mando del Ejército y desde 1943 fue premiado con condecoraciones militares.
Entre los platos más frecuentes de las cocinas de campaña cabe destacar la papilla de alforfón con estofado, la patata rehogada y las sopas tradicionales rusas, Borsh y Shi. Todos estos platos eran fáciles y rápidos de preparar y al mismo tiempo bastante sabrosos y apreciados por los soldados.
Además, los combatientes en primera línea del frente recibían diariamente 100 mililitros de vodka, llamados “100 gramos combativos”. El decreto que permitió a los soldados tomar esa cantidad de alcohol fue firmado por Iósif Stalin en agosto de 1941. Con frecuencia esa porción del alcohol se ofrecía a los militares después del combate, en vísperas del ataque y durante las fiestas oficiales. La comida que lo acompañaba era variada (los rusos siempre acompañan el alcohol con comida, lo que constituye uno de sus secretos nacionales para consumir vodka sin emborracharse rápidamente), pero la preferida era la que los soldados llamaban "la entrada de los zares": grasa porcina cruda salada de una manera especial con pan negro de centeno y cebolla. Si usted lo hubiera probado después de los "100 gramos", le entusiasmaría sin duda alguna.
Las autoridades de Rusia han mantenido la tradición de las cocinas de campaña desde hace muchos años. Cada año, en el Día de la Victoria en muchos parques, plazas y calles de las ciudades rusas se puede probar la “clásica” comida del período de guerra y tomar los “100 gramos combativos“. Esta tradición continuará durante la celebración del 65 aniversario de la Victoria, cuando por todo el territorio del país se abrirán miles de cocinas de campaña.
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